martes, 29 de octubre de 2024

Izquierda posmoderna y rebeldes de plastilina

IZQUIERDA POSMODERNA Y REBELDES DE PLASTILINA


Es un verdadero cáncer para la sociedad y muchos no son conscientes de hasta qué punto contamina el pensamiento político y social.

Bienvenidos a otra maravillosa entrada de este blog en el que digo gilipolleces mientras extraigo alguna que otra reflexión.

Para empezar, no quería dejar sin comentar el hecho de que Íñigo Errejón, uno de los que en su momento formaron parte del núcleo fundacional de Podemos y cuyo fracaso estrepitoso en política se dejó entrever cuando, con su formación Más País, recibió un duro batacazo electoral en noviembre de 2019, ha sido acusado de ser un agresor sexual.

La actriz Elisa Mouliaá señaló ser víctima de agresión sexual por parte de nuestro querido Milhouse posmoderno.

Si bien las declaraciones de Errejón al respecto han sido un tanto ambiguas, soy partidario de no opinar al respecto hasta que la situación esté completamente clara.

Lo que sabemos al respecto es que Errejón ha dimitido de su cargo político, y que han aparecido otros casos en los que muchachas denunciaban o señalaban a Milhouse por comportamientos sexuales inapropiados.

Insisto, no sé si será verdad o no.

Pero en todo caso, no pinta bien para la imagen que los aliados feministas tratan de transmitir al mundo.

Principalmente porque si es verdad, mostraría que bajo la capa de héroes comprometidos con la igualdad y las mujeres que tratan de mostrar al mundo, existen auténticas fosas sépticas morales que tratan de ocultar constantemente al resto del mundo.

Y si es mentira, su discurso restando importancia a las denuncias falsas se resquebraja al ser sus principales negacionistas (es decir, ellos) quienes empiezan a padecer sus consecuencias, tanto legales como reputacionales (siendo las últimas incluso más jodidas al no depender del arbitrio de la justicia sino del juicio social).

Tampoco ayuda que la definición de acoso y agresión sexual que opera en sectores feministas de izquierdas sea la que es, pudiendo encuadrarse incluso los piropos, el sexo con consentimiento tácito o las miradas insistentes como merecedores de esta calificación.

Con lo cual, también tendríamos que ver qué tipo de hechos concretos se le imputan a Errejón.

Y en este caso la acusación sí que es bastante seria, ya que básicamente lo acusa de agredirla sexualmente (aunque su descripción de los hechos sea, cuanto menos, dudosa si se pretende llegar a dicha conclusión).

En el caso que nos ocupa, hay ciertas cosas que chirrían, como que Mouliaá le riese las gracias a Milhouse poco después de cuando presuntamente tuvo lugar el ataque o que quisiera irse a su casa con él después de haberla ya atacado.

La cuestión es que no sabemos a ciencia cierta qué ha pasado ahí. Todo lo que podamos decir al respecto, creamos o no en los testimonios, son puras especulaciones. 

Pero bien, abandonando la polémica relacionada con este gilipollas cuyo sueldo pagamos todos los españoles vía impuestos, en esta entrada quería comentar otro tema, que si bien está relacionado, por sí solo me preocupa más incluso que el hecho de que los famosos asaltadores de cielos se devoren entre ellos.

Ese tema es el de la izquierda posmoderna, y cómo está convenciendo a mucha peña de que son revolucionarios que van a cambiar el mundo por hablar de microagresiones, fascistas que aparecen hasta por la taza del retrete, machirulos racistas, homófobos y xenófobos que te violan con la mirada y te oprimen despatarrándose en el transporte público o explicándote cosas, tránsfobos que se niegan a comer pitos trans y gordas a las que oprimes por no querer inseminarlas con tu descomunal rabo ibérico cuando vas borracho en una discoteca a las cinco de la madrugada o terribles comportamientos machistas que hacen del mundo un lugar peor como piropear a una mujer que te gusta o ver XVideos en tu ordenador.

Joder, este tipo de personajes son insufribles y gilipollas a niveles estratosféricos, pero están tan convencidos de su virtud que creen que son una especie de versión malasañera del Capitán Planeta.

Pero pese a que sus paridas estén las veinticuatro horas del día en los medios de comunicación, el debate social y político, el gobierno E INCLUSO EN EL PUTO BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO, hay unas cuantas cosas que tenéis que saber sobre esta corriente.

En primer lugar, que no viene de la nada.

Es decir, pese a que se trata de un conjunto de paridas confeccionadas por un grapado de filósofos posmarxistas y posestructuralistas del siglo XX que empezaron a impulsar progresivamente un distanciamiento entre la izquierda política y el marxismo tradicional y su lucha de clases, es importante entender que hubo unas mentes que durante el pasado siglo e incluso durante nuestra época se dedicaron a elaborar las bases de lo que hoy conocemos como izquierda posmoderna.

Y en segundo lugar, que es hija de los cambios históricos que se han ido produciendo durante el pasado siglo.

La progresiva globalización de la economía y las comunicaciones, los avances en derechos acaecidos durante la segunda mitad del siglo XX, el progreso tecnológico, la consolidación del Estado del bienestar y la caída del bloque comunista durante los años ochenta y noventa, así como el distanciamiento de la izquierda europea con la línea soviética (producido especialmente tras los eventos húngaros de 1956 y manifestado en las protestas de mayo del 68) fueron algunos de los factores que impulsaron este cambio en la izquierda.

El centro de la lucha había dejado de ser el obrero tradicional, mayoritariamente varón, para centrarse en otros grupos identitarios considerados "alternativos" a la imagen del varón blanco heterosexual.

Pero al contrario de lo que sus defensores suelen esgrimir para chuparse las pollas a sí mismos estirando sus cuerpos cual criaturas de un manga de Junji Ito, estos movimientos no son la causa de los avances sociales, sino una consecuencia de los mismos. La deriva posmoderna de la izquierda no es otra cosa que la transformación de las reivindicaciones de los estratos bajos de la sociedad ante un cambio en el nivel de vida de los mismos.

Pensad que una persona de "clase baja" de hoy en día no tiene nada que ver con una de "clase baja" de hace 100 años, como os expliqué en una entrada anterior.

Una persona de "clase baja" hace 100 años no poseía televisión, Internet, posibilidades de acceder a la educación superior, ropa de calidad que no se encuentra deshilachada y, lo más importante, un flujo constante de comida y agua.

Las personas de "clase baja" de generaciones pasadas no poseían estas comodidades.

Podéis preguntárselo a vuestros abuelos (o bisabuelos en caso de que sigan con vida) y os aseguro que en un alto porcentaje de los casos os lo van a confirmar.

Otro punto que influye muchísimo en esta deriva posmoderna es la existencia de las dos guerras mundiales durante el siglo XX.

Pensad que en el siglo XIX el optimismo por los avances técnicos y sociales era muy marcado.

Era algo que se notaba en la literatura y en la filosofía de la época, siendo de hecho los pensadores socialistas muy dados a defender utopías basadas en las máquinas como forma de liberación de la clase trabajadora (idea que algunos izquierdistas siguen defendiendo a día de hoy, pero con mucho menor ahínco).

Era la Modernidad en su más pura esencia.

La Revolución científica del siglo XVII, impulsada por la consolidación del modelo heliocéntrico y, como consecuencia, la ruptura con la visión aristotélica tradicional que situaba al hombre y al planeta Tierra como el centro del universo, impulsó un cambio radical en la mentalidad intelectual imperante.

El ser humano parecía haber comprendido la importancia del progreso tecnológico, social y científico y de la recopilación de evidencias y la construcción de argumentos racionales para desentrañar los misterios del Universo.

Claro que en el camino hubo engendros científicos como el racismo científico o la frenología, eso nadie lo niega.

Pero estas corrientes, posteriormente demostradas como pseudocientíficas, eran más un producto de las lagunas en el conocimiento científico del momento que una refutación de la existencia de una mentalidad racionalista y cientificista que guiase a los intelectuales y académicos durante la era moderna.

Este período fue el más importante de toda la historia de Occidente, junto con la Edad Antigua, puesto que fue donde se fraguó aquello que somos y aquello que nos colocó en la vanguardia social, científica y técnica del mundo.

Es lógico que se fraguase un optimismo tecnológico y científico con el pasar de los decenios y los siglos durante la Modernidad, teniendo en cuenta que durante este período nuestra forma de vida y nuestros sistemas de pensamiento se transformaron radicalmente, dando paso al Occidente que conocemos.

Entonces, ¿qué pasó en el siglo XX para que la izquierda renegase de todas aquellas cosas que nos habían hecho estar a la vanguardia en materia científica y social?

La respuesta es simple: dos guerras mundiales, cada una más destructiva y sangrienta que la anterior.

En serio, en su momento la Primera Guerra Mundial fue conocida como la Gran Guerra porque nunca antes en la historia un conflicto bélico había desencadenado tantas bajas como esta guerra.

Las diferentes potencias esperaban una guerra breve que se solucionase en, como mucho, unos pocos meses.

La realidad, como ya sabemos, fue muy distinta, dado que la guerra se extendió durante cuatro años.

Esta guerra se cobró un saldo de aproximadamente 20 millones de muertos.

Y a esta guerra le siguió la Segunda Guerra Mundial, más sofisticada tecnológicamente pero todavía más sangrienta, con un saldo de 60 millones de muertos.

Esto, como podéis ver, distorsionó significativamente la imagen que el ser humano tenía acerca del futuro tecnológico y social de la especie.

La tecnología ya no era vista como ese conjunto de artilugios que te resolvían la vida, sino que ahora también era vista como algo que podía terminar sometiéndonos o destruyéndonos como especie.

En la literatura esto se notó de manera significativa, ya que algunas de las obras distópicas más famosas de todos los tiempos, como '1984' de Orwell o '¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?' del gran Philip K. Dick, surgieron durante este período, presentando monstruosos escenarios futuristas en los que la tecnología era usada para atomizar y someter a los seres humanos.

La experiencia totalitaria durante el siglo XX, en especial la de los crímenes perpetrados por los alemanes, también influyó mucho en el cambio en la percepción del progreso científico y social, al ser los nazis expertos utilizando tecnología avanzada para segar millones de vidas humanas.

La izquierda empezaría a transformarse a partir de aquí, al perder paulatinamente sus pretensiones modernistas y alejarse del marxismo tradicional, producto de la misma Modernidad que se empezaba a considerar como un ente tiránico y opresivo.

Al entrar la historia humana en el período conocido como posmodernidad, es lógico que la izquierda también se transformase y que sus objetivos variasen respecto a los que poseía en etapas previas de la historia.

Lo cual nos lleva a otra pregunta de vital importancia:

¿Qué cojones es la posmodernidad?

Cuando se habla de la posmodernidad, se suele hacer desde varias perspectivas distintas dependiendo del ámbito en el que se utiliza el término (aunque no dejen de ser diferentes aristas del mismo fenómeno).

Pero podemos quedarnos con la siguiente definición:

La posmodernidad es un período de la historia del conocimiento humano, en el cual estamos inmersos, y que se traduce en una serie de corrientes filosóficas, artísticas y literarias, que se caracteriza por la ruptura respecto a los valores y ejes que vertebraron la Modernidad, tales como la ciencia o la razón.

Para los pensadores posmodernos, no disponemos de un conocimiento objetivo sobre la realidad en la que vivimos y la racionalidad y la ciencia son únicamente constructos y relatos que el poder utiliza para legitimarse frente a los grupos marginados y sus relatos 'alternativos'.

Una puta chorrada de proporciones pantagruélicas, si me preguntáis por mi opinión.

Pero que por algún motivo suena bien entre diversos grupos sociales, interesados en montarse sus películas particulares antes que en caminar hacia la verdad.

Y la izquierda no es menos aquí.

Afectada por los cambios históricos y sociales que llevaron al ser humano de la Modernidad a la posmodernidad, la izquierda abandona su sujeto revolucionario tradicional (el obrero) y pasa a abrazar a los grupos socialmente minoritarios o no hegemónicos o poderosos (sobre el papel, claro) como nuevo sujeto revolucionario.

Y así es como se procede a sustituir la tradicional lucha de clases por la famosa lucha de identidades que hoy integra a los movimientos de corte izquierdista.

Y así es, también, como pasamos del obrero que se acoplaba a los movimientos socialistas y comunistas porque estaba hasta los putos cojones de sus condiciones laborales de mierda al muchachito de clase media-alta que vive con sus padres, se dedica a fumar porros en el patio de la facultad de humanidades de turno, va a manifestaciones convocadas por partidos o grupos que pertenecen al sistema y se cree revolucionario por postear chorradas en Twitter.

Ese cargante individuo que te mira con desprecio y con aires de superioridad si no le compras la basura ideológica que defiende. 

Ese cargante individuo que piensa que está del lado del bien y que si le llevas la contraria es porque eres un sucio fascista sin empatía al que no le importa la gente (no como a él, que defiende silenciar a absolutamente todo aquel que no piense como él jo jo jo).

¿Sabéis cómo llamo yo a este tipo de individuos?

Rebeldes de plastilina.

Y los califico como 'de plastilina' porque actúan como putos críos de teta a los que les ofende todo lo que no huela a sobaco morado y a izquierda caviar.

Gente que carece de cualquier tipo de brío como para llevar a cabo cualquier tipo de cambio profundo, puesto que son incapaces de entender y de aceptar cómo funciona el mundo en el que viven. 

Y si no eres capaz de aceptar el mundo en el que vives y tratar de comprenderlo de una forma ecléctica, lo siento, pero no vales para mejorar el mundo. 

Deja de hacer el ridículo y compórtate como una persona normal.

Joder.

Dicho esto, quisiera daros unos indicadores fundamentales para poder identificar a estos rebeldes de plastilina:

1. Pasa todo el tiempo en Twitter.

Si alguien pasa todo el tiempo en Twitter, lo que da a entender es que es una persona que vive más tiempo quejándose que haciendo algo productivo con su vida, lo cual es una característica muy propia de los rebeldes de plastilina.

Twitter es una red social que a menudo te pone delante a peña con opiniones contrarias a las tuyas para que quemes el día discutiendo.

Si te dejas llevar por estas dinámicas es muy probable que entres en la categoría de rebelde de plastilina, puesto que das a entender que tu 'rebeldía' se reduce a defender una postura determinada detrás de una pantalla contra otras personas que también defienden su postura detrás de una pantalla.

2. Se apunta a todas las luchas sociales de moda, especialmente si han sido capitalizadas por la izquierda.

Este es un punto MUY IMPORTANTE.

Una característica propia de los rebeldes de plastilina es precisamente su capacidad para sumarse a cualquier tipo de lucha social que se ponga de moda en un momento determinado.

Son puro 'espectáculo' en un sentido debordiano, joder.

Si toca ser feminista, será feminista. 

Si toca ser ecologista, será ecologista.

Si toca ser comunista, será comunista.

Si toca ser animalista, será animalista. 

Si toca ser activista queer, será activista queer.

Y ahí lo verás, del lado de cualesquiera que digan ser los 'buenos' y defensores de la 'justicia social'.

Que luego existan intereses políticos y económicos EVIDENTES detrás de la popularización de estos movimientos en momentos determinados es algo que se la pela, porque ellos quieren ser rebeldes a toda costa, cuando se parecen más a los típicos niñatos enfadados con sus padres que a gente con capacidad para cambiar las cosas.

3. Cree ser mejor persona que los demás por defender lo que defiende.

Aunque tanto la gente de izquierdas como la de derechas puede caer fácilmente en este vicio, en el rebelde de plastilina es un comportamiento enfermizo que constituye el centro de su activismo político.

Y es que al menos los marxistas y los conservadores, más allá de que puedan caer en estos vicios, tienen sus propios corpus ideológicos que siguen a la hora de guiar su praxis política.

Los putos rebeldes de plastilina posmodernos no. 

Ellos no son nada más que una triste amalgama de todos los postulados políticamente correctos que el sistema les ha hecho creer que definen a una 'buena persona'.

Y que ellos han comprado como los corderitos obedientes que son.

Ya está. No tienen más misterio. 

En casos contados puedes añadir un poco de palabrería filosófica posmoderna para confundir a sus detractores, pero poco más.

4. Piensa que todo el que le lleve la contraria es mala persona.

Este punto está relacionado con el anterior, pero refleja el sentimiento que poseen hacia quienes llevan la contraria y no hacia sí mismos.

Es muy probable que si has discutido alguna vez en tu vida con alguno de estos personajes te hayas llevado alguna contestación del estilo 'buh, buh, eres un facha y una mala persona' al rebatirle alguno de sus delirantes postulados.

Eso se debe a que su adanismo les lleva a pensar que todo el mundo que no está tan absolutamente convencido de sus ideas como ellos es mala persona y merece ser en el mejor de los casos reconducido y en el peor de ellos censurado en nombre de los derechos humanos.

Creen que sus ideales son tan perfectos e irrefutables que no deberían tener la oportunidad de ser sometidos a crítica.

Y esta mentalidad absurda de infantes con poco desarrollo madurativo es la que les lleva a pensar como piensan.

Son niños con cuerpos de adulto.

Por eso mismo, cuando se os pongan en este plan lo que tenéis que hacer es pasar de ellos.

Son como niños enrabietados, joder. No les deis gasolina que alimente sus rabietas.

5. Suelen hacer lo contrario de lo que predican.

Esto es muy común en este tipo de personajes, y la razón por la que ocurre es sencilla.

Cuando los estándares morales que promulgas son demasiado rígidos, el esfuerzo que tienes que realizar para cumplirlos es tan sobrehumano que ni siquiera tú puedes.

Esto hace que este tipo de personas sean frecuentemente víctimas de su propia hipocresía, de su propia disonancia cognitiva.

Y por este motivo muchas veces acaban siendo cancelados por los suyos, ya que acaban metidos en movidas con gente igual de gilipollas que ellos.

Como le ha pasado al propio Errejón jo jo jo.

En fin, qué puto asco me da esta gente.

6. Tienen prejuicios arraigados contra los grupos a los que dirigen sus protestas.

En los grupos afines a la izquierda posmoderna es muy frecuente escuchar manifestaciones de odio y aversión hacia los hombres blancos heterosexuales, por mucho que lo nieguen o lo traten de disimular con barrabasadas teóricas que no se creen ni ellos.

Para ellos, el hombre blanco heterosexual suele ser la representación del mal absoluto y de los privilegios.

Una figura dantesca a la que combatir para lograr la liberación de las minorías oprimidas.

Pero esto no solo es algo identitario, sino que también es ideológico.

Los rebeldes de plastilina suelen acusar de defensores de privilegios y vulneraciones de derechos humanos a quienes tienen ideologías distintas a la suya.

Hasta el punto de que a menudo suelen utilizar la estúpida coartada de los derechos humanos para justificar que son defensores acérrimos de la censura de voces disidentes.

Que si promueves la violencia contra las mujeres, los homosexuales o los inmigrantes, que si violas los derechos humanos, que si tus opiniones no deben ser respetables porque son fascismo y ultraderecha... 

Para ellos, solo eres un estereotipo andante cuando les contradices. 

Sin darse cuenta, claro, de que el único estereotipo andante son ellos.

Un estereotipo del que se burla la mayoría de la gente VERDADERAMENTE INTELIGENTE.

En fin, creo que con estos consejos vais bastante sobrados para identificar a estos personajes.

Esta peña, con su idealismo barato y sus propuestas políticas de fumetas desconectados de la realidad, son tan responsables como los conservadores castizos a los que tanto odian de que España se encuentre estancada en los mismos errores que no nos han permitido salir del atolladero en el que estamos desde la crisis de 2008.

Así como del enrarecimiento de las relaciones sociales y sexuales que llevamos padeciendo durante los últimos años en todo Occidente.

En fin, ya me he cansado de escribir.

Espero que esta entrada os haya satisfecho y os haya gustado, y que os sirva para conocer un poco mejor cómo funciona la mentalidad de los individuos que integran la izquierda posmoderna.

Feliz politiqueo, cabrones.

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